Lo
conseguimos Pitágoras: todo es número. Desde que nacemos, nos amoldamos a vivir
en un mundo en el que el número nos rodea, nos guía, nos aprisiona en nuestras
propias invenciones. La humanidad ha sucumbido ante el orden del número, ante
el caos de un vacío, repleto de número que nos exigimos unos a los otros. Somos
un número para el Estado, somos una talla de ropa, una medida, un coeficiente
intelectual medido en números… Somos una calificación, nuestro pasaporte a la
vida futura. Nos esforzamos constantemente en adaptarnos a los números
establecidos, a las pautas que nos dan. Nos esforzamos en superar los números,
en ser mejores con referencia a una medida que se nos impone, a partir de la
cual se nos clasifica. Pero realmente, nadie puede medirnos. Y cuando te das
cuenta de ello puedes respirar, a la vez que ahogarte al ver que no puedes salir de
ello. No eres una nota, ni una talla, ni una medida, ni un número en el
registro, ni una cifra en el banco. Sí, lo eres, pero eso es un reflejo de lo
que verdaderamente hay en ti. Ojalá alguien me lo hubiera dicho antes. Ojalá
tuviera la fuerza y la inteligencia de enfrentarme a ello de una manera
decisiva y efectiva. No medida en números, en acciones, en sentimientos, en
personas que me comprendan. No quiero un número de personas, quiero personas de
verdad, con sentimientos, con pensamientos incontrolados, de los que jamás
nadie podrá llegar a medir. Y te llamarán loco, porque no entras en cánones,
medidas armoniosas. Serás un deshecho y acostumbrarás a deprimirte por ello. Pero
no es lo que eres en realidad. Nadie es eso. Las personas nos molestamos tanto en
entrar en unos parámetros que nos olvidamos de mejorarnos a nosotros mismos,
sin competiciones.
¿Cómo
es posible que nos hagan sentir tan mal? Bastantes inseguridades tenemos ya
como para esto. El ser humano parece haberse olvidado del interior de las
personas. Básicamente vemos números y números. Nos proporcionan orden, en
cierta medida. Pero ¿cómo ordenas a una persona? Es asfixiante. Nos preocupamos
tanto en nuestro sistema, yo, evidentemente, me incluyo, que no nos paramos a
pensar que es un artificio. La obra de arte más grande que ha hecho el ser
humano, destructiva con los propios creadores. Nos volveremos locos, pero si
entras en los números no le darán tanta importancia. Y no es que me guste llevar
la contraria, es que las pautas que se nos imponen me presionan. Me hacen dudar
de mí misma, mis gustos, mi capacidad, mi valor como ser humano. ¿Es posible que
puedan conseguir esto? Sí, evidentemente no soy la única. A diario comparto mi
vida con personas maravillosas, con defectos y virtudes, fuera de parámetros,
porque son mejores que esos parámetros. Y se ven en situaciones críticas al no
adaptarse a los números, por ejemplo, a una calificación. Es desagradable ver
cómo esas personas tienen una capacidad crítica y una mente mucho más creativa
que otras que ya están formando parte del sistema que nos maneja. Pero los números….
Nos gobiernan nuestro destino, nuestra felicidad, nuestras expectativas. Nos permiten
soñar o no. Y me resulta realmente entristecedor, porque cada vez nos habituamos
a mirar a los ojos a una persona… y sólo observar sus números. Pero detrás
suele existir una psique.
(06.16.17: Tanto sufrir para nada).