Nos falta tiempo. Nos falta tiempo para dar
un temario; y se dan prisa en dárnoslo. Nos falta tiempo para aprender, pero
también para estudiar y vomitar datos en nuestra próxima hoja de examen. Nos falta
tiempo para aprender un idioma y poder usarlo. Nos falta tiempo para nuestras
aficiones y para desarrollarnos como personas. Nos falta tiempo entre clases,
apuntes y trabajos, además del tiempo que perdemos (del que nos falta) en
preocuparnos por un futuro incierto, en cierta manera. Porque lo que sí podemos
saber seguro es que cuanto más tengamos, más nos va a hacer falta tener más, si
queremos “llegar a algo”, si queremos explotar nuestro potencial. Nos falta
tiempo para saber cuál es nuestro potencial y qué es lo que realmente nos hace
felices. Nos falta tiempo para pensar y compartir nuestros pensamientos. Y
preocupaciones. Nos preocupamos demasiado en soledad, y perdemos más tiempo en
ello.
Nos falta
tiempo para dormir e, incluso, a veces para salir de fiesta. O para tomar algo.
O para ver una maldita película con nuestros seres queridos. Perdemos tiempo en
sentirnos mal cuando nos dice “¿Qué preocupaciones tenéis ahora los jóvenes?
Ahora lo tenéis todo. Podéis ser lo que queráis”. Nos falta tiempo para conocer
qué es lo que verdaderamente queremos. Nos sobra tiempo para pasarnos horas y
horas labrando un futuro que quizás esté en la cola del paro laboral de nuestro
país. Nos falta tiempo para preocuparnos y luchar por esta situación inaceptable.
Nos sobra tiempo de votaciones sin remedio que no cambian nada. Nos falta
tiempo de situaciones cotidianas. Nos falta tiempo para cambiar el mundo y
salirnos de un camino trazado. A la cola del paro (sí, otra vez). Nos sobra
tiempo de momentos desesperados sin esperanza, de angustia propia, angustia
política, angustia social. Nos falta tiempo para crearnos una mente clara y
abrumarnos al encontrar ese momento en el que te das cuenta que, por mucho que
aprendas, más incalculable es lo que ignoras. Nos falta tiempo para disfrutar
de ese instante.
Nos
sobra información a veces, y nos falta interés las mismas veces. Nos sobran
datos inservibles en nuestro cerebro para después darnos cuenta que nos
sentimos vacíos. Nos falta algo, y no sabemos qué es. “Os falta saber lo que es
trabajar” nos dicen los mayores. “Os falta una temporada en la mili”. Nos falta
algo por lo que merezca la pena luchar, porque sentimos que las dosis de
humanismo y pensamiento social están desapareciendo. Nos falta sentirnos colectivos,
a nivel humano (dejemos la política para esas maravillosas posibles terceras
elecciones). Nos falta pensar que luchamos para algo y que nuestra lucha es
verdadera, aunque distinta a la de tiempos pasados.
Nos falta tiempo para saber disfrutar de un
instante de libertad en nuestras vidas, sin la presión que cada día cargamos en
nuestros hombros. Por nuestro futuro incierto, por la sociedad, por el país,
por el mundo, por el medio ambiente… “¿Y a ti qué te va faltar, cuando has
nacido con todo?”.
(09.16: No todo en la vida contemporánea son "ninis")