miércoles, 9 de marzo de 2016

270.

Nuestras medidas no son claras. Un metro sesenta y cuatro, un metro noventa tres. Siete metros de cercanía, mil kilómetros de separación. Podemos respirar el aire del otro, mirarnos sin ver. Yo veo y no te miro. Yo te miro y no consigo ver. Entre miradas esquivas y silencios incómodos, entre encuentros casuales y momentos extraños, comenzamos y nos moriremos. Entre el dolor de la ausencia y la tortura de la presencia… nos sobrevivimos. Y sigo mirándote, y sigo sin ver. Te creo débil y me arrebatas de mi utopía a la cruda realidad. Y apareces y vuelvo a temblar. Y soy feliz de la forma más dolorosa posible. Cada sonrisa se clava en mi alma, y me hiere, pero aún así en ese instante me entrego voluntariamente a mi agonía. En ese momento soy libre en mi propia prisión. Lo sublime que me supera, soy insignificante y vuelo a la vez. La racionalidad a la basura, el orgullo y el honor no existen, existe el miedo a lo que me sobrepasa. Y sigue sobrepasando. Miro la vida y no sé cómo podré continuarla de igual forma después de ese instante que dura horas. Pero nunca tanto como el contacto entre nuestras miradas. ¿Qué se lee? Se lee miedo, se ve tensión, se ve vergüenza, te veo y no. La ventaja la llevas tú, que me leíste, que fui sincera e ingenua. La ventaja la llevas tú, que conociste la verdad y la guardaste ab rosabajo el frío sello del silencio. Yo sólo conozco el silencio y la soledad, tú me ganas en la carrera, pero realmente eso me da igual. Tú, sin embargo, ¿eres capaz de verme? Me miras y me vuelves a mirar. Si no es con letras, ¿eres capaz de leerme? 
Valiente sería enfrentarme a mis miedos, y especialmente a ti, que me superas. Me convertiré en mi mejor caballero andante, ¿cuándo se está preparada? ¿Cuándo se da el momento? Escurridiza tu alma, escurridizo mi cuerpo. Chocamos tanto que nos atraemos. Desquiciando todas las normas, sin hacer caso a mi razón. Y así se desarrolla la vida, así muere el amor. Pero solo el amor fácil, el amor feliz. Lo complicado lo hace fuerte, lo hace desolador. Fuerte sin tener que serlo, corre por mis venas sin detenerse, se hace tenue a veces, otras tiene más fuerza que yo. ¿Cómo acabará este cuento? Quizás cuando lo termine yo. Todo fluye y nada permanece, pero es complicado para mi alma. Aprendió a alimentarse de dolor. Cuando ponga tierra de por medio, nunca nos volveremos a ver. Será doloroso sin duda, será sano para mí ser. Desde hace años, lo que marzo me quitó me lo devuelve en instantes. No sé lo agradezco o lo maldigo, siempre la contradicción al orden del día. 18 y 27, sólo en ese momento fue casi sencillo, fue sólo felicidad. Tiempo ha pasado, sigo sin estar. Cuando ponga tierra de por medio, con pesar, el tiempo pasará. 

(4.03.16: Cuatro horas y treinta minutos).