La culpa enemiga que con rabia
aprieta corazones malheridos. La culpa de acciones sin pensar, lapsus que jamás
serán solucionados. Que ya solo queda el dolor, la decepción con nosotros
mismos. La vida, caprichosa, se vuelve para reírse y hacernos recordar cada
fallo que hemos cometido en nuestro camino mientras nuestro corazón sigue
sangrando con una sonrisa falsa a través de unos ojos que gritan de dolor ante
la sin razón del destino.
Empatía buena para quien no la
tiene. Empatía que machaca al que la posee. Demostramos tan poco siendo
generosos mientras damos tanto que los egoístas se ríen de nosotros al llevarse
el mérito de tan solo una buena acción. Tú, que por un error, jamás serás otra
vez bueno. La sin razón otra vez.
Vuelve el otro lado negro. Vuelve
del viaje tras mi espalda, que en fingido viaje se refugió mientras acecha cada
paso. Vuelve melancolía con traje de noche. Vuelve melancolía con días nublados
que tapan al brillante sol que acaricia tu piel, pero tú no lo ves. Nadie podrá
salvarnos de nosotros mismos. Ni de nuestra consciencia, a quién la tiene.
Machacar a los demás no sirve de
nada para acallar el vacío de un alma que sigue buscando. Y no encuentra, no
parece encontrar un lugar donde ser. Un lugar donde liberarse. Tantas son las
condiciones para vivir, ¿quién nos ha preguntado si estamos dispuestos?
Opresor destino que nos acorrala
sin preguntar. Agradecidos les cantamos por no tener peor vida, como los de
abajo. Almas martilleadas por miles de gritos. Llantos de niños. ¿Qué esperanza
queda en un mundo que no escucha?
Nadie calma las penas. Ni Dios, ni
partido. Ni tu conciencia, si es que tienes. Merecedores de errores de nuestros
ancestros, acrecentados por los nuestros. Que desdichada Tierra que nos ve
llorar, mientras ella muere cada día un poco más.
Y vuelven a brotan lágrimas de
sangre. Qué fácil resulta caer en la desdicha. Ni esperanza verde ni marrón.
Vuelven a las calles desazón bajo la careta de una persona tranquila. Pocos
saben lo que guardamos. Pocos lo descubrirán. Quizás ni tú mismo. Esa
desesperanza y violencia que a veces ejercemos contra nosotros mismos. Nos
machacamos aún más que la vida misma. La culpa. Siempre ella. La culpa me
saluda.
21/10/2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario