Dame una sonrisa bajo el cobarde
gesto de la cruel crítica, incierta. ¡Qué risa! ¿Cuánto nos va a doler que el
cielo esté siempre estrellado para nosotros mismos? La suerte mal repartida,
ante tus ojos de hipocresía. Tu mal juicio y tu fachada, desgarran al ser que
te mira, pero no de oídas.
Si vuelves a llevarme por el
camino del enfado, te habré robado. Si vuelves a pedir favores sin merecerlos,
seré fría, malvada. Jamás Disney hará un personaje como yo de malvado, desde tu
percepción. A finas palabras: tu opinión me resbala. Mi deseo, que tu presencia
no se descojone en mi cara.
¡Cómo desearía blandir mi espada!
La vergüenza supongo que no está en tus complementos de niño progre. ¡Esta
desesperación vana! Esa desesperación de ver que tu merecido no llega, y a mí
me molestas cual mosca en la vendimia. Recogeré mis frutos y te espantaré, y lo
que pongas en twitter ignoraré. Al fin y al cabo qué importa la opinión de un
niño descerebrado, con su corte de niños malcriados. Al fin y al cabo yo volaré
largo, al fin y al cabo, ya me preocupaba por algo.
A tu madre dominarás, a tu
hermana maltratarás. A tus padres mentirás. A tu voluntad estarán los siervos
de tu casa. No pienses que en esta nueva será igual, mal piensas si crees que
me vas a dominar. Guarda tu látigo para tus sesiones de Cincuenta sobras de
Grey, yo no seré partícipe de esas sesiones de macho cabrío. El leviatán se
levanta, te aprisiona contra la espada. Así con mirada intensa, se ladea el ojo
que todo teme. Así tu mirada se fija, en el punto que está más allá. Así un ojo
hacia un lado y el otro hacia el otro, mientras tu narcisista reflejo admira la
claridad de su cromatismo.
Vanidad de vanidades, ante un ser
sin sentido. Belleza moral y física, ambas escuetas en este conjunto de ser tan
desmesurado. Necesidad de liderazgo ante la férrea inculcación del miedo. Ahí
te quedes con tus discursos a gritos, yo optaré por la moral y el raciocinio.
Lástima, ni siquiera eso. Tu ser no merece ser merecedor ni de eso, ante unos
ojos que reclaman ser la víctima. Cuélgate cualquier medalla que quieras, yo
optaré por no importarme.
Eres como un grano en el culo en
verano. Eres como ese herpes en el labio. Eres como la horrible sensación de no
haber cagado. En julio habrá acabado, y ya no tendré que soportar esos cabreos
machinazistas. Ni ese olor de no ducharse, porque es de ricos. Votante de
Aznar. Repugnar es poco la mentira que tú mismo te crees. Se irá la piedra
ardiente, pero su estela quedará aquí, fijada en mi mente. Como tantas otras
personas que hacen cuestionarme la dirección hacia donde avanza esta sociedad.
Para siempre quedará tu estela, perroflauta de derechas.
(4:15. A lo que aún tenemos que enfrentarnos, lo que aún "tenemos" que aguantar).
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