viernes, 5 de febrero de 2016

Como quien oye llover.

Dame una sonrisa bajo el cobarde gesto de la cruel crítica, incierta. ¡Qué risa! ¿Cuánto nos va a doler que el cielo esté siempre estrellado para nosotros mismos? La suerte mal repartida, ante tus ojos de hipocresía. Tu mal juicio y tu fachada, desgarran al ser que te mira, pero no de oídas.
Si vuelves a llevarme por el camino del enfado, te habré robado. Si vuelves a pedir favores sin merecerlos, seré fría, malvada. Jamás Disney hará un personaje como yo de malvado, desde tu percepción. A finas palabras: tu opinión me resbala. Mi deseo, que tu presencia no se descojone en mi cara.
¡Cómo desearía blandir mi espada! La vergüenza supongo que no está en tus complementos de niño progre. ¡Esta desesperación vana! Esa desesperación de ver que tu merecido no llega, y a mí me molestas cual mosca en la vendimia. Recogeré mis frutos y te espantaré, y lo que pongas en twitter ignoraré. Al fin y al cabo qué importa la opinión de un niño descerebrado, con su corte de niños malcriados. Al fin y al cabo yo volaré largo, al fin y al cabo, ya me preocupaba por algo.
A tu madre dominarás, a tu hermana maltratarás. A tus padres mentirás. A tu voluntad estarán los siervos de tu casa. No pienses que en esta nueva será igual, mal piensas si crees que me vas a dominar. Guarda tu látigo para tus sesiones de Cincuenta sobras de Grey, yo no seré partícipe de esas sesiones de macho cabrío. El leviatán se levanta, te aprisiona contra la espada. Así con mirada intensa, se ladea el ojo que todo teme. Así tu mirada se fija, en el punto que está más allá. Así un ojo hacia un lado y el otro hacia el otro, mientras tu narcisista reflejo admira la claridad de su cromatismo.
Vanidad de vanidades, ante un ser sin sentido. Belleza moral y física, ambas escuetas en este conjunto de ser tan desmesurado. Necesidad de liderazgo ante la férrea inculcación del miedo. Ahí te quedes con tus discursos a gritos, yo optaré por la moral y el raciocinio. Lástima, ni siquiera eso. Tu ser no merece ser merecedor ni de eso, ante unos ojos que reclaman ser la víctima. Cuélgate cualquier medalla que quieras, yo optaré por no importarme.

Eres como un grano en el culo en verano. Eres como ese herpes en el labio. Eres como la horrible sensación de no haber cagado. En julio habrá acabado, y ya no tendré que soportar esos cabreos machinazistas. Ni ese olor de no ducharse, porque es de ricos. Votante de Aznar. Repugnar es poco la mentira que tú mismo te crees. Se irá la piedra ardiente, pero su estela quedará aquí, fijada en mi mente. Como tantas otras personas que hacen cuestionarme la dirección hacia donde avanza esta sociedad. Para siempre quedará tu estela, perroflauta de derechas. 

(4:15. A lo que aún tenemos que enfrentarnos, lo que aún "tenemos" que aguantar).

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