miércoles, 22 de junio de 2016

4.2 (El huracán de una escala de fuerza 6)

Lo conseguimos Pitágoras: todo es número. Desde que nacemos, nos amoldamos a vivir en un mundo en el que el número nos rodea, nos guía, nos aprisiona en nuestras propias invenciones. La humanidad ha sucumbido ante el orden del número, ante el caos de un vacío, repleto de número que nos exigimos unos a los otros. Somos un número para el Estado, somos una talla de ropa, una medida, un coeficiente intelectual medido en números… Somos una calificación, nuestro pasaporte a la vida futura. Nos esforzamos constantemente en adaptarnos a los números establecidos, a las pautas que nos dan. Nos esforzamos en superar los números, en ser mejores con referencia a una medida que se nos impone, a partir de la cual se nos clasifica. Pero realmente, nadie puede medirnos. Y cuando te das cuenta de ello puedes respirar, a la vez que ahogarte al ver que no puedes salir de ello. No eres una nota, ni una talla, ni una medida, ni un número en el registro, ni una cifra en el banco. Sí, lo eres, pero eso es un reflejo de lo que verdaderamente hay en ti. Ojalá alguien me lo hubiera dicho antes. Ojalá tuviera la fuerza y la inteligencia de enfrentarme a ello de una manera decisiva y efectiva. No medida en números, en acciones, en sentimientos, en personas que me comprendan. No quiero un número de personas, quiero personas de verdad, con sentimientos, con pensamientos incontrolados, de los que jamás nadie podrá llegar a medir. Y te llamarán loco, porque no entras en cánones, medidas armoniosas. Serás un deshecho y acostumbrarás a deprimirte por ello. Pero no es lo que eres en realidad. Nadie es eso. Las personas nos molestamos tanto en entrar en unos parámetros que nos olvidamos de mejorarnos a nosotros mismos, sin competiciones.

¿Cómo es posible que nos hagan sentir tan mal? Bastantes inseguridades tenemos ya como para esto. El ser humano parece haberse olvidado del interior de las personas. Básicamente vemos números y números. Nos proporcionan orden, en cierta medida. Pero ¿cómo ordenas a una persona? Es asfixiante. Nos preocupamos tanto en nuestro sistema, yo, evidentemente, me incluyo, que no nos paramos a pensar que es un artificio. La obra de arte más grande que ha hecho el ser humano, destructiva con los propios creadores. Nos volveremos locos, pero si entras en los números no le darán tanta importancia. Y no es que me guste llevar la contraria, es que las pautas que se nos imponen me presionan. Me hacen dudar de mí misma, mis gustos, mi capacidad, mi valor como ser humano. ¿Es posible que puedan conseguir esto? Sí, evidentemente no soy la única. A diario comparto mi vida con personas maravillosas, con defectos y virtudes, fuera de parámetros, porque son mejores que esos parámetros. Y se ven en situaciones críticas al no adaptarse a los números, por ejemplo, a una calificación. Es desagradable ver cómo esas personas tienen una capacidad crítica y una mente mucho más creativa que otras que ya están formando parte del sistema que nos maneja. Pero los números…. Nos gobiernan nuestro destino, nuestra felicidad, nuestras expectativas. Nos permiten soñar o no. Y me resulta realmente entristecedor, porque cada vez nos habituamos a mirar a los ojos a una persona… y sólo observar sus números. Pero detrás suele existir una psique.

(06.16.17: Tanto sufrir para nada). 

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